Lürssen, donde se hacen realidad los sueños

Cada vez que se anuncia la puesta a flote de un gran yate o uno de esos veleros que quitan el hipo la firma Lürssen está cerca. De sus diques en las riberas alemanas salen los yates más grandes del mundo y los veleros más sorprendentes en cuanto a lujo se refiere (algunos de ellos se han visto en el Palma Superyacht Show). La familia que lo regenta desde su fundación en 1875 ha mantenido el espíritu de su antepasado, Friedrich Lürßen, deleitando al mundo con sueños de navegantes hechos joyas del mar.

De la velocidad a la guerra

Con la vista puesta en los dos pilares que han definido a la empresa: calidad y originalidad, el astillero comenzó su andadura en Bremen, Alemania. En un primer momento fueron las canoas las embarcaciones con más éxito de la firma, dado el diseño elegante que no le restaba ni un ápice de velocidad a las embarcaciones. Pero el gran paso lo dio Lürssen al construir en 1886 la primera barca con motor del mundo: Rems.

Este hito supuso solo la bandera de salida en la carrera que recorrería la empresa con sus embarcaciones de alta velocidad, alcanzando el récord en 1905 gracias a los 35 nudos de la Donnerwetter. Los éxitos se repitieron en los años sucesivos, llevando la tecnología a donde estaba el dinero de la época: la marina de guerra, alternando la producción con los primeros yates de Europa.

Cuando estalló la Gran Guerra, aniversario destacado en las efemérides de 2014, Lürssen ya se había hecho un hueco como astillero innovador en lanchas de guerra, incluyendo la primera motora de control remoto. Una faceta que Hitler supo explotar, constituyendo un impulso para la factoría alemana. Un hecho lamentable, el de la II Guerra Mundial, que supuso, sin embargo, un importante avance tecnológico para la construcción naval (a un precio inadmisible).

Una nueva era

Tras la guerra tocaba renacer como Ave Fénix de las cenizas, y la empresa se fijó en la náutica recreativa. El yate Pegasus II, de 55 metros, entregado en 1962, suponía la reconciliación definitiva con el enemigo inglés, pasando a ser cliente predilecto. Años después Lürssen adquirió el astillero Burmester Werft, abriéndose paso con el peso de la experiencia a la construcción de grandes yates, veleros de lujo y buques especiales.

La capacidad de Lürssen le ha permitido en las últimas décadas absorber a sus competidores, creando varias filiales especializadas. En Rendsburg, localidad ribereña del canal de Kiel, adquirió el astillero que hoy se ocupa de la construcción de los grandes yates (más de 60 metros), incluidos los veleros de lujo que atraen las miradas de todos cuantos pasean cerca de los atraques donde lucen sus galas.

De los astilleros Lürssen han salido algunos de los yates más grandes del mundo, y veleros como el magnífico Eos. Un velero que ostenta el primer puesto del podio en el que se suben los más yates de vela más grandes del mundo (93 metros de eslora), estando el Halcón Maltés en el tercer puesto (88 metros).

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