Navegar con niebla

El sonido seco del cañón rasga el silencio de un mar en calma. El capitán Autrey se ve sorprendido. Ha pasado de perseguidor a perseguido. La fragata francesa recorta distancia gracias a su casco más evolucionado que la pesada nave inglesa. El capitán al mando de la Surprise divisa una enorme pared de niebla a escasos cables. Aprovechando la mínima brisa fría hace que su nave penetre en la nube baja, impidiendo que el buque de guerra de pabellón francés Acheron pueda darle caza. La niebla lo había hecho invisible.

Esta escena de la película Master and Commander recrea lo que muchos marinos hemos vivido en la mar cuando un banco de espesa niebla abruma a quien está al mando y se pierde la vista de la proa situada a pocos metros. Una ocasión que se repite más veces de las deseadas, y que depende de la orografía en ocasiones. No hay más que navegar por las inmediaciones del Estrecho de Gibraltar tras una calurosa noche de verano para que la niebla haga sonar las bocinas de los buques.

Hace unas semanas referimos en este mismo blog medidas a tomar en la navegación con mal tiempo, pero obviamos las condiciones de navegación con niebla que hoy recuperamos.

«Barcos en la playa» de Caspar David Friedrich.

Cómo se produce la niebla

A efectos prácticos se puede considerar la niebla como una nube baja que restringe la visibilidad, suponiendo un riesgo para la navegación. La niebla está relacionada con un aumento de la humedad relativa. Se produce cuando una masa de aire se enfría por debajo del punto de rocío. En ese momento el agua se condensa formando minúsculas gotas y creando un vapor frío. En concreto las nieblas en la mar tienen dos causas que justifican su aparición en la inmensa mayoría de las veces: irradiación nocturna o movimiento del aire de una superficie cálida a una fría.

Ambos fenómenos se producen cuando hay viento terral que empuja el aire cálido de la superficie terrestre hacia el mar, a menor temperatura. Esta disminución en altura y temperatura provoca el enfriamiento de la masa de aire y la condensación de la humedad que contiene.

Aunque la niebla también se puede provocar por otros fenómenos: radiación, advección (conocida en algunos lugares como humo ártico), precipitación o frentes cálidos borrascosos. Pero la niebla puede ser incluso anticipo de una zona de hielos. Cuando se producen en la península del Labrador y en New Fouland (en aguas de Terranova) su presencia alerta a los marinos que procuran divisar la sombra blanca delatadora de los temidos icebergs.

Conducta en condiciones de visibilidad reducida

A efectos del Reglamento internacional para prevenir los abordajes en la mar (RIPA) se considera visibilidad reducida no solo la niebla, sino cualquier condición que disminuya apreciablemente la visibilidad. En atención a esa apreciación el Reglamento establece una serie de normas que rigen la navegación, y que son imperativas en esas circunstancias, quedando sin valía las reglas de navegación a vela y el resto de las comprendidas en la Sección II de la Parte B del RIPA (reglas 11 a 18).

La Regla 19 del RIPA delimita la conducta que hemos de seguir los marinos que nos encontremos en una embarcación (con independencia de la eslora o el modo de propulsión) cuando nos adentramos en una zona de visibilidad reducida y dos barcos navegan próximos, pero no están a la vista uno de otro.

Adaptar la velocidad a las condiciones de visibilidad es la primera medida. En un barco mercante se activa un protocolo de seguridad que incluye la presencia del capitán en el puente, lo que justifica que en barcos de pequeño porte se tomen todas las medidas oportunas para evitar riesgos.

Aunque el Reglamento hace mención al uso del radar en el barco, su instalación en embarcaciones recreativas no es obligatoria, salvo que lo exija la zona de navegación o envergadura de la nave. Pero esto no exime para que se apliquen las reglas de navegación con niebla que se reducen a dos supuestos. En ambos se maniobrara en atención a haber detectado por el radar o por señales fónicas la presencia de un barco en las inmediaciones y que se deberán evitar maniobras peligrosas consistentes en:

  • Cambiar el rumbo a babor si se detecta un barco situado a proa del través, salvo que estemos dando alcance al mismo.

  • Poner rumbo hacia un barco situado en el través o a popa de este.

Así mismo, todo patrón que detecte o sospeche de la presencia de un buque situado en su proa deberá reducir la arrancada de su nave hasta la mínima velocidad de gobierno. Y en caso de que el peligro persista suprimir todo movimiento avante invirtiendo el giro de la hélice.

Como consejo práctico la maniobra para evitar un abordaje en condiciones de visibilidad reducida se hará siempre a estribor, excepto en el caso de que se detecte a otro buque en el cuadrante comprendido entre el través de estribor y la popa, en que la maniobra más segura es gobernar a babor.

Luces y señales de niebla

Como ayuda a la navegación las marcas y luces incluidas en el sistema IALA de balizamiento cuentan con dispositivos que activan señales de niebla para alertar de peligros en la costa. Estas marcas están indicadas en el libro de Faros y Señales de Niebla, actuando como señales convencionales cuando desaparece el peligro de la visibilidad reducida.

En todo caso siempre hay una máxima a seguir en la mar cuando la visibilidad se reduce: extremar la precaución. Lo que incluye adaptar la velocidad a las circunstancias, encender las luces de navegación, usar todos los equipos disponibles de ayuda a la navegación y activar las señales fónicas prescritas en la Regla 35 del RIPA:

  • Los barcos de eslora inferior a 12 metros no están obligados a emitir señales acústicas, pero de hacerlo por voluntad propia deben emitir un sonido diferente a una señal de niebla de un buque mercante a intervalos de dos minutos.

  • Los barcos con una eslora igual o superior a 12 metros, salvo los que realicen navegación a vela, deben emitir un pitada larga cada dos minutos cuando se encuentren en navegación, y dos pitadas largas con el mismo intervalo si están parados, pero no fondeados ni varados (cuando deberán hacer sonar una campana siempre que su eslora supere los 20 metros).

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