Las maniobras durante el crucero

Nos vamos de crucero. Vacaciones, relax. Sol, libro. Aperitivo, amigos. No podemos tener un plan mejor para este verano. Sin embargo, no todo será descanso. Sabemos que en el crucero, o en el chárter, hay una serie de maniobras en las que hay que estar absolutamente concentrados.

maniobras

 

Las maniobras más delicadas durante el crucero serán básicamente tres: la llegada y amarre en puerto, la salida de un puerto y el fondeo. Si tenemos un poco de experiencia en la mayoría de los casos será para nosotros un simple trámite, pero en algunos casos la cosa se puede complicar, especialmente por las condiciones meteorológicas, y aquí interviene no sólo el viento sino también la corriente. Un último factor habrá que tener en cuenta, y es que seguramente no conoceremos el puerto o la cala donde hay que hacer la maniobra, por lo que toda precaución es poca.

Empecemos por el fondeo. Nos sabemos la teoría a la perfección: es preferible elegir fondos de arena, hay que tirar entre tres y cinco veces más de cadena que los metros de profundidad que tenemos, al elegir un sitio consideraremos los giros que hace el barco con los cambios de dirección del viento para no estar demasiado cerca de otros barcos, nos acordaremos también de controlar que no garreemos… Luego, en la práctica, la teoría no siempre se puede cumplir al dedillo.

Y, por supuesto, hay que tener en cuenta que si nos vamos de crucero en agosto la mayoría de calas, especialmente en la costa mediterránea y en las Baleares, se llenan hasta la bandera. Fondear en ese rincón de nuestra cala preferida, o en el sitio que aconseja nuestra guía de los mejores fondeaderos de Mallorca, no siempre será posible. Por eso hay que saber ser flexibles y adaptarse a las circunstancias. En estos casos cuando la experiencia se nota.

En las maniobras de amarre y desamarre en puerto, tenemos la fortuna de que, si lo preferimos, no estamos solos. Cuando avisamos a un puerto o marina de nuestra llegada y esperamos que nos indiquen el puesto de amarre al que dirigirnos, siempre podemos solicitar la ayuda de un marinero, que nos lanzará la guía y nos facilitará el amarre. Aún así, en nuestras manos estará lo más delicado, que es el acercamiento al puesto, desfilando cerca de otros barcos y con el peligro siempre presente de enganchar una guía con la quilla, y encajando luego la embarcación entre dos barcos.

Por supuesto, lo preferible es que el patrón se encargue del timón mientras uno o dos tripulantes se ocupen del resto de tareas: llamar por radio (por el canal 9) para avisar de nuestra llegada al puerto, localizar el amarre, poner las defesas, estar al tanto por si hay que separarse “a mano” de otros barcos, y pescar la guía con el bichero y encargarse del amarre en sí. Si algo sale mal, recordemos siempre que no somos los primeros. Y si todo va bien –como debería ser-, nos hemos ganado una cervecita bien fresquita.

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