Los inicios de las transmisiones de datos.

Ahora que resulta muy sencillo cuando navegas por cualquier mar u océano y quieres comunicarte con otros, apretar un botón o deslizar el dedo sobre una pantalla, es bueno recordar los inicios de lo que se denominó telegrafía sin hilos (T.S.H.) precursora de las actuales transmisiones de datos, voz y video.

Enseguida nos viene a la cabeza el nombre de Marconi, pero sin quitar un ápice de importancia a sus experimentos, investigaciones y proyectos, poca gente sabe que no fue él, técnicamente hablando, el inventor de la radio.

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Mucho antes, muchos otros, ya habían intuido y llevado a cabo pruebas para compaginar las posibilidades del éter junto con los impulsos electromagnéticos.

Sin embargo el más destacado de todos ellos tuvo su momento estrella en los tiempos de Marconi.

Un ingeniero croata que emigró a EEUU, fue el verdadero inventor de la radio, al menos eso es lo que dictaminó jurídicamente el Tribunal Supremo de EEUU en el año 1943.

Hablamos de Nikola Tesla, quien quince años antes que Marconi, en el año 1894, hizo pruebas inalámbricas y desarrolló la radio tal y como posteriormente la patentó Marconi, que fue demando ante los tribunales, los cuales en el mismo año de la muerte de Tesla fallaron a favor de éste.

Pero antes de esto y centrándonos en nuestra tierra, hubo un catalán nacido en el siglo XVIII, el doctor Salvá, que además de ser un excelente galeno, se dedicó a indagar, estudiar y comprobar todo tipo de nuevas situaciones que aquellos tiempos ilustrados elevaban con vientos renovados y frescos sobre la política grotesca y cavernícola de una iglesia atrincherada en su Inquisición y en las supersticiones que la favorecían.

De manera sencilla y callada este catalán ofreció las bases para llegar al establecimiento de la telegrafía eléctrica y más aún, lo que no podía sospecharse en aquel tiempo, la T.S.H.

Su teoría, revolucionaria en aquellos tiempos, decía que si se dispusiera de un hilo metálico de Barcelona a Mataró y otro en sentido inverso y que en la población costera hubiese una persona que tuviese cogidos los extremos de los hilos con las manos, con una botella de Leyden o batería, se le podrían transmitir sensaciones desde Barcelona, avisándole sobre un hecho convenido.

Mejorando su idea, anunciaba que los hilos metálicos podían ir todos juntos, como si se tratase de un cable, sin comunicarse entre ellos y hablaba de hacer sostener esta cuerda con palos o postes altos.

EI Dr. Salvá había efectuado la prueba de revestir hilos metálicos, cubriéndolos simplemente con papel barnizado.

Insistió una y otra vez, según anunciaba su biógrafo, Iglesias, en que no era imposible establecer entre Barcelona y Madrid un telégrafo, como el que proponía, a través del cual dos personas podían comunicarse sus negocios en poco tiempo, superando a los franceses, que a cada tres o cuatro leguas necesitaban tener personas dotadas de instrumentos ópticos.

Otro adelantado investigador, el militar Julio Cervera, comandante del cuerpo de ingenieros del ejército, que trabajó durante un tiempo como ingeniero en el equipo de Marconi, patentó una telegrafía sin hilos, pero su mayor logro fue transmitir voz sin hilos en el año 1902 entre Alicante e Ibiza utilizando una enorme antena.

La lista es larga, tanto en Europa como América y demuestra que las invenciones técnicas son casi siempre una cadena sin fin de montaje intelectual y empírico, en lugar de descubrimientos insospechados de genio despistado y ausente.

Desde la mar, recordar a quienes favorecieron con sus experimentos que nosotros tengamos singladuras más plácidas y sencillas es un ejercicio obligado.

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