Experiencia de pesca en Marruecos. Marina Saidia

Mi amigo Pascal, siempre me había hablado de las excelencias de una zona de pesca prácticamente virgen, y en la que un pescador  como yo, viviría una experiencia realmente increíble.

Debo reconocer, que después de haber pescado en muchos lugares del mundo, la idea de un lugar tan cercano a la península, que no estuviese sobreexplotado me sonaba un poco a quimera, pero conociendo a Pascal, persona no dada a las exageraciones, sabía que valía la pena probarlo.

No dude ni un momento en aceptar su ofrecimiento de visitarle, y fue así como inicié la “Expedición Saidia”, con los nervios típicos de una salida de pesca a gran escala, y con un “armamento “ de unas 12 cañas con sus respectivos carretes.

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Jigging, Spinning, Curricán, fondo…, estaba dispuesto a probarlo todo, y aunque sabía que era complicado conseguir capturas en todas las modalidades, no quería perder la oportunidad de comprobar hasta qué punto eran abundantes los peces.

Me trasladé en coche hasta Almería, y tras una noche movida, ya que en alboran soplaban vientos de más de 30 nudos, desembarqué y recorrí ansioso, los 60 kilómetros que me separaban de mi destino, Marina Saidia.

Me dió la bienvenida el director de la Marina, mi gran amigo Pascal Bosson, que junto a su encantadora familia, me hizo sentir como en casa, poniendo a mi disposición cualquier cosa que pudiéra necesitar.

La idea, era que tras la comida, fuéra a descansar a mi habitación del hotel, pero la inquietud de la pesca, era demasiada, así que el que suscribe, comentó la posibilidad de disponer de una embarcación para practicar un poco de jigging. Dicho y hecho, en menos de media hora, tenía a mi disposición una embarcación totalmente equipada . Aunque existen muchas embarcaciones de alquiler en la marina,  me decante por una open de unos 7 metros con cabina central y un potente motor de 150 cv, la cual me propulsaba a más de 35 nudos.

Comienza la la sesión de jigging.

Se apuntaron a la sesión de jigging, Jorge y Juan, los hijos de Pascal, ya que su padre, con su habitual amabilidad, les había hablado de un pescador que venía de la península, y que sabía lo que se hacía entre anzuelos y agua salada.

Una vez embarcado, y acostumbrado siempre a largar un pequeño rápala justo a la salida del puerto, “por si las lubinas…….” calé mi ligera caña de spinning de 12-16 libras, sujetándola en la mano y sin demasiada fe, con un pequeño pins minow Yo Zuri, lomo verde, vientre plateado que tan bien funciona en la península, pensé: los peces son los peces, aquí, y en todas partes.

Estaba ajustando el freno del carrete, cuando de pronto ya tuvimos la primera picada. No habían pasado ni 30 segundos, y algo ya había mordido el señuelo! Sería casualidad? Rotundamente no.

En cada pasada, las lubinas de entre 2 y 3 kilogramos, picaban si cesar. Parecía que pescábamos en un acuario!

Una de las picadas, en apariencia normal, después de pelear durante un minuto aproximadamente, dio un tirón brutal y dejo de pelear. Que extraño, al sacar el sedal del agua comprendí lo que había pasado. “Algo”, había cortado a la altura de la cabeza una lubina de unos 5 kilogramos aproximadamente. Que podía haber sido? Nunca lo supe, aunque debía ser algo realmente grande.

Cuando consideramos que ya habíamos capturado suficiente pescado para cenar, nos fuimos del lugar, y tomamos rumbo hacia las Islas Chafarinas, que si bien no está permitido pescar en sus aguas próximas, existen roquedos a medio camino, que Juan me indico que la sonda siempre marcaba pescado. Armados con nuestras cañas de jigging, de acción 300 gramos, equipadas con carretes de primera calidad tamaño 10000, y con trenzados de 80 libras, nos dispusimos a empezar a jiggear en un fondo de unos 20 más de aguas cristalinas.

Sondeamos con nuestra Dragon Fly de Raymarine durante unos minutos, y de repente apareció en la pantalla tal cantidad de pescado perfectamente definido, que de no ser por la fiabilidad del equipo, pensé que era imposible tan espectacular imagen. Unas sombras alargadas rodeando unos puntitos más pequeños, indicaban que los depredadores estaban alimentándose.El display Dragon Fly nunca miente, y en el mismo momento en que nuestros jiggs se sumergieron unos escasos 5 metros, aparecieron  un banco de espetones, que no permitían que nuestros jiggs tocaran el fondo. Era emocionante ver como 15 o 20 espetones de más de un metro, se peleaban entre ellos para ver cuál engullía antes nuestros jiggs.

Después de capturar y devolver al agua con vida unos 20 ejemplares, y al ver que empezaba a anochecer,  pusimos rumbo  a puerto, y al acabar de degustar las fantásticas lubinas pescadas, hacia escasamente un par de horas cocinadas a la sal, decidimos ir a  descansar al hotel,….. bueno…… más bien a  intentarlo, porque visto lo visto aquella tarde, resultaba complicado conseguir dormir.

Era posible tal abundancia de pesca? Aquel festival de pesca solo fue un aperitivo.Me esperaba lo mejor.

Un nuevo día de pesca en Saidia.

Amanecía en Saidia, y después de un impresionante desayuno en el buffet del hotel, me reuní en la marina con un grupo de pescadores Europeos que también querían mojar sus anzuelos en las aguas Marroquíes.

Yo opte por repetir embarcación y tripulación, ya que con una mar excelente, con total ausencia de viento, se adaptaba mejor al tipo de pesca que quería practicar, el curri de fondo.Varias embarcaciones se dirigieron hacia el mar de Alboran, a tentar los tunidos, pero siendo el mes de Junio, las probabilidades de obtener capturas de esta especie eran más bien escasas.La idea del curricán de altura era buena, ya que en plena temporada se pueden obtener incluso atunes gigantes a curricán, cosa prácticamente exclusiva de esta zona, próxima al estrecho de Gibraltar.

Yo dirigí mi embarcación hacia una zona próxima al puerto de Cabo del Agua, llamado “los Mil Barrancos” lugar de extraordinaria belleza, y en el cual habían fondos rocosos desde los 15, a los 30 más aproximadamente. Opte por montar la caña de curricán con carrete de 30 libras, armada con un artificial Halco Sorcerer, plata ,azul y lila de 20 cms que tan bien me funciona para los dentones en la Costa Brava y cargué la línea con 200 gramos de plomo de curricán, fabricado para tal fin.

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Empezamos a batir la zona menos profunda, sobre 15 metros de fondo, con la sonda marcando pescado si cesar. La verdad es que parecía imposible que hubiera tanta abundancia.Habíamos batido escasamente media milla de los barrancos, cuando el freno del carrete saltó de manera descomunal. Increíblemente no conseguimos sacar la caña del cañero, fue totalmente imposible. Tras vaciar del carrete unos 150 más de línea, de repente la caña quedo sin tensión. Se ha escapado. Teniendo en cuenta que el bajo de línea era fluorocarbono del 0,80 de diámetro, lo que partió por encima del señuelo debía ser un pez dentado  grande, muy grande.

Vuelta a empezar, no sin antes  montar por encima del artificial, un bajo metálico de 50 cms, que aunque no soy partidario de utilizarlo porque tengo la creencia de que se ve mucho, entendía que era imprescindible en este caso, ya que era mejor no obtener tantas picadas pero evitar que el pez se fuera con el artificial clavado en la boca, quizás asfixiándolo al poco rato de liberarse.

Esta vez el señuelo escogido fuè un pez artificial de la marca Storm, con un babero sobredimensionado, y que tan bien funciona con las lubinas.Intentamos pasar justo por el lugar donde habíamos tenido la brutal picada, y después de otra picada fallida, la historia se repite. Aunque con distinto desenlace.  Tras más de 40 minutos de lucha, una increíble Sama Marroquí, de 18 kilogramos de peso, aparecía en superficie con la consiguiente alegría de la tripulación.Ya sabíamos que era lo que rondaba esos fondos.

Aunque el señuelo estaba prácticamente destrozado, volvimos a calarlo, teniendo 5 picadas mas, 2 de ellas que se perdieron, después de un buen rato de lucha, y 3 que conseguimos embarcar, fotografiar y soltar en perfecto estado, ya que al estar capturadas en tan poco fondo, la descompresión no les hinchaba la vejiga natatoria, cosa fatal para esta especie. Ya eran más de las dos de la tarde, hora de comer.

Amarramos nuestra embarcación en el puerto de cabo del agua, donde parece que las embarcaciones no han evolucionado en los últimos 50 años, y degustamos en un pequeño restaurante, el único del puerto, , un mero, un rape, langostinos fresquísimos, calamares, etc, todo ello a la brasa, cocinado delante nuestro. Una comida realmente exquisita, a un precio de risa: Unos 7 € por cabeza, cafés y postres incluidos.

Después de tan formidable jornada de pesca, y tan suculenta comida, regresamos a Marina Saidia, donde nos esperaban unas potentes motos de agua, para disfrutar  saltando las olas que un incipiente viento del sur empezaba a levantar.Durante la cena, comentamos la jornada de pesca, que se saldó con suerte desigual para las embarcaciones.Los que nos quedamos más próximos a la costa, capturas impresionantes.Meros, palometones, anjovas, samas, espetones, etc.

Los que se aventuraron a pescar túnidos, no consiguieron picadas, aunque ya contaban con la posibilidad de no pescar nada, ya que no era la época propicia para ello.

Segundo día de pesca.

El segundo día de pesca, habiendo decidido ir a intentar capturar palometones y anjovas a la desembocadura del río  Moulouya, con un caudal similar a nuestro Ebro, pero con la diferencia abismal de que este, no está pescado por cientos de pescadores profesionales y recreativos, sino que con mucha suerte, son dos o tres los pescadores que con unos botes antiquísimos y en su mayoría a remos, calan unas rudimentarias artes de pesca para obtener su sustento.

Lo primero fue proveernos de pequeños espetones para usar como cebo, cosa difícil porque por más pequeño que pusiéramos nuestros artificiales, los espetones que picaban no eran en ningún caso menores a los 3 kilogramos, siendo la única opción para capturar peces pequeños, calar las líneas con anguilones de pequeño tamaño para así conseguir algún pez pasto de menos de medio de kilo, que aunque resulta difícil de creer, fue mucho más difícil de lo que nos esperábamos.

Una vez provistos de espetones de pequeño tamaño, montamos terminales con bajos de línea metálicos, y fuimos decididos hacia la desembocadura del río, donde cientos de gaviotas nos auguraban que pescado había, solo faltaba ver si era el que perseguíamos.Calamos 2 líneas, una a unos 50 más de la popa, y otra a unos 100 más de la misma, las dos usando como señuelo espetón montado a la manera del Delta, con terminal metálico en el interior, y con el anzuelo del 8/0 asomando por el orificio anal.

En la caña más cercana a la embarcación colgamos un pequeño plomo de 50 gramos, y en la larga uno de 150 gramos, para así batir 2 profundidades distintas, y ver donde se encontraban los depredadores.Lo cierto es que a la profundidad que íbamos, unos 10 más, solo teníamos picadas de lubinas y bonitos de buen tamaño, así que antes de que fuera demasiado tarde, y agotáramos el cebo que tanto nos había costado conseguir, empezamos a pescar a tan solo 3 más de fondo, con la esperanza de que las anjovas y los palometones se encontraran cazando donde rompían las olas.

Y así fue. Primera picada en la caña larga, y al ir recogiendo la otra línea para que no hubiéran enredos, picada en la caña corta.Doblete de picadas, con el consiguiente problema de no perder las capturas, a la vez de maniobrar la embarcación para mantener las líneas por popa, con el riesgo de embarrancar en los bancos de arena de la desembocadura del río.Por suerte, todo salió bien y pudimos embarcar las dos piezas: una bonita anjova de más de 8 kilos, y un palometón de casi 10. Por desgracia, ya andábamos cortos de cebo natural, pero aun pudimos conseguir dos buenas piezas más, entre ellas una serviola de unos 6 kilogramos.

No teniendo más remedio que pescar con artificial, decidimos seguir en esa profundidad y utilizar una técnica muy efectiva: colocar los rapalas de tal manera, que vayan dando pequeños golpes con el babero en el fondo.Siempre que sea exclusivamente en fondos de arena, ya que si no, lo perderíamos todo, esta técnica es realmente efectiva para peces que suelen cazar en poca agua.

Mi experiencia me dice que esa forma errática de nadar, levantando pequeñas nubes de arena, excitan sobremanera a los depredadores, ya que creen que el pez está herido, y lo atacan si remisión.Picadas obtuvimos muchas, aunque las anjovas de gran tamaño, en varias ocasiones cortaron el señuelo por encima del mismo. Tengo la certeza que eran de gran tamaño, ya que tragaban los señuelos totalmente.

Viendo lo que ocurría, decidí abandonar la zona, ya que no era mi intención, que los animales se quedaran con el señuelo en la boca, y posiblemente murieran.Cabe destacar que entre las picadas de las anjovas, nos picó una dorada de casi 3 kilogramos, que sí pudimos embarcar, y que junto a algún mero que capturaron las otras embarcaciones, nos sirvió para que nos prepararan una exquisita cena, en uno de los fantásticos restaurantes de la marina.

Lo cierto es que Saidia y sus aguas, cumplieron con creces todas las expectativas de pesca y de comodidad, a unos precios realmente asequibles para cualquier bolsillo.A mi entender, ya no es necesario recorrer 12.000 kilómetros para encontrar un paraíso de pesca.Todas las capturas que no consumimos allí, y que no pudimos soltar por estar gravemente heridas, las regalamos a los pescadores nativos, que  agradecidos y sorprendidos, nos pedían ver nuestros equipos y señuelos, ya que raramente habían visto algo parecido. Muchos de nosotros les regalamos varios artificiales, y les explicamos cómo usarlos. Su sustento depende de la pesca, así que esperamos que les sirvieran para aumentar sus capturas, ya que en todo momento se mostraron muy amables con nosotros.

Cómo llegar.

Podemos llegar a Saidia vía avión, desde los principales aeropuertos de Europa, aterrizando, en Melilla o en Nador, o bien vía Ferry desde Almería. Una vez en cualquiera de estos puntos, solo nos separan de Saidia, treinta minutos de coche.  En la Marina encontraremos, centros comerciales, restaurantes, hospital, discotecas, dos hoteles de lujo, donde una Suitte con terraza a las piscinas, cuesta alrededor de cien euros, tiendas de souvenirs y de ropa, tiendas de náutica, de motores, talleres náuticos, estanco, bares etc, etc.

Debemos tener en cuenta que se están construyendo un total de 4.800 apartamentos de los que una cuarta parte ya están para entregar y unas 300 casas unifamiliares, a unos precios que sin duda os sorprenderán. La Marina cuenta con 1.350 amarres de 7 a 50 más de eslora, y cabe destacar las grandes distancias que hay entre pantalanes, por lo que la maniobra de atraque y desatraque resulta muy cómoda.

Para cualquier consulta podéis contactar con los responsables en: www.marinasaidia.com, o en pbosson@gfmmaroc.com, donde amablemente os informaran de todo lo que necesitéis.

Salud y buena pesca!!!!

Sergi

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