Cabrera, donde el tiempo se paró

El archipiélago de Cabrera, situado en el extremo sur de Mallorca, es un paraíso para los navegantes. Sus aguas son cristalinas, el turismo de masas llega de forma muy limitada y no está urbanizado. La lástima es que este espacio natural privilegiado no se pueda disfrutar en todo su esplendor, en tanto que es parque nacional desde el año 1991, con una normativa de acceso y uso de sus aguas bastante restrictiva. Pero no hay ninguna duda de que se mantiene prácticamente virgen gracias a este reglamento.

El litoral de Cabrera es uno de los mejor conservados de toda la geografía española, y uno de los mejores del Mediterráneo. El archipiélago está formado por 19 islas e islotes, de las que la mayor es Cabrera, seguida de Conillera. Na Plana, Na Rodona y Na Foradada son otros de los islotes importantes de este conjunto que se considera una prolongación de la Serra de Llevant de Mallorca, de la que dista sólo diez millas.

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El Parque Nacional Marítimo Terrestre del Archipiélago de Cabrera cuenta con una superficie protegida de 10.021 ha, de las que 8.703 corresponden al medio marino. Además, está incluido en una zona de especial protección para las aves y es lugar de importancia comunitaria marina.

Desde la bahía de Palma, son entre tres y cinco horas de navegación a vela, dependiendo de las condiciones meteorológicas. Desde La Colonia de Sant Jordi, el puerto más cercano, la travesía a vela se hace en poco más de una hora. También desde aquí se puede embarcar en una lancha rápida, que llegan en quince minutos a Cabrera. Son excursiones de un día, por unos 40 euros.

Para navegar en aguas de Cabrera hay que solicitar una autorización previa a la dirección del Parque, a través de la web www.caib.es, del Govern de les Illes Balears. También a través de esta web se puede reservar baliza para pernoctar en el puerto de Cabrera, la única zona donde está permitido pasar la noche, y siempre con boya, ya que el fondeo libre está prohibido en todo el archipiélago. La pesca deportiva y la pesca submarina están prohibidas, así como acampar o dejar basura en el parque.

Sólo se puede desembarcar a tierra en el puerto de Cabera, en el muelle principal. Justo enfrente encontraremos la oficina del parque y el bar, junto a algunas casitas de pescadores. En el mismo puerto, el baño está permitido en dos playas, las de Sa Plageta y S’Espalmador. También es posible disfrutar del baño desde el mismo barco.

La isla de Cabrera
Desde el puerto se pueden hacer varias excursiones a pie para disfrutar de este paraíso. Es muy recomendable subir hasta el castillo que domina la entrada del puerto, llegar hasta el faro de n’Ensiola (siempre siguiendo los senderos marcados, cumpliendo con la normativa del parque) y adentrarse en la isla para visitar el museo Es Celler y conocer su historia. De ella, el episodio más interesante es el de principios del siglo XIX: Cabrera, que debe su nombre a las cabras montesas que la habitaban, fue el primer campo de concentración de la historia, para los franceses hechos prisioneros en la Guerra de la Independencia Española (1808-1814); la cárcel fue la misma isla, una cárcel en la que vivieron en condiciones infrahumanas, incluso practicando el canibalismo entre ellos. De ello da fe el Monumento a los Franceses, que también es de recibo visitar.

L’Olla, L’Olló y Cala Santa Maria son algunas de las calas en la que hace más de 25 años los cruceristas fondeaban para disfrutar de sus aguas transparentes. Tras su declaración como parque nacional ya no se puede fondear, pero sí vale la pena circunnavegar la isla navegando. Igualmente, no hay que perderse la visita a Sa Cova Blava. Con buen tiempo y una neumática pequeña es posible entrar y bañarse dentro.

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