Piratería, pesca artesanal y respeto a las comunidades africanas.

Sobre la explicación que sigue ante los dilemas judiciales que crea la captura de un barco pirata; los que no somos expertos en derecho, ni marítimo, ni internacional, sólo nos deja perplejidad y duda de si servirá para algo constructivo en el futuro el plan actual de vigilancia del Índico, la “Somalia EU Naval Force”.

Y cuando digo constructivo intento poner el foco en que la piratería desaparecería si se llevasen a cabo políticas de respeto, mantenimiento y creación de medios de subsistencia para las poblaciones autóctonas.

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“La realidad del transporte internacional marítimo y del comercio mundial es tal que puede darse el caso de que se juzgue a piratas somalíes interceptados y detenidos por un buque de guerra británico, después de haber intentado atacar a un barco de bandera liberiana, perteneciente a una compañía canadiense, con tripulación ucraniana, india y filipina, pero con capitán ruso y con carga propiedad de una entidad turca, en ruta para descargarla en Dubai.

Además el caso se celebrará bajo un tribunal de otro país tal como Kenia o las Seychelles. Los retos logísticos y diplomáticos que presenta dicho escenario son inmensos”.  Jeffrey Gettlemen. Business Daily.

….Y los costes económicos son impresionantes, mantener una flota como la mencionada es una verdadera sangría para los estados de la UE.

La piratería explota las debilidades que tienen las sociedades desarrolladas, entre otras la incoherencia fortuita o premeditada, no me atrevo a asegurar ninguna de ellas, a la hora de establecer convenios internacionales claros y justos.  Los parches naval-policiales pueden servir como cataplasma momentánea, pero si no se soluciona el problema que genera la piratería, siempre jugaremos al gato y al ratón.

La responsabilidad no recae exclusivamente en el estado frustrado de países como Somalia, más bien es un efecto o un síntoma de la codicia y ambición de los lobbys mercantilistas de los países occidentales, amén de la falta de escrúpulos de muchos multinacionales.

Los pescadores somalíes se han quejado insistentemente antes de echarse “al monte”, en este caso echarse “a la piratería” de que tanto el vertido ilegal de residuos tóxicos en sus costas como la proliferación de buques arrastreros de gran porte en esa zona perjudicaban enormemente sus formas de vida y su pesca artesanal.

Para la OMI el problema nos involucra a todos. Pero digo yo que se debe referir a todos los que de manera interesada y fraudulenta entran a saco en esa área sin gobierno ni control y que realizan vertidos tóxicos o esquilman los bancos de pesca.

Eso de meter en el mismo concepto a todos tiene un sesgo malévolo para dispersar las responsabilidades de los que ciertamente son unos delincuentes de guante blanco y que sigan saliendo indemnes de cualquier acción legal contra ellos.

La OMI más bien debería aunar esfuerzos, verdaderos y sinceros esfuerzos, para evitar con toda la fuerza de una organización internacional que no se produzcan las barbaridades e injusticias en las rutas de navegación por áreas abandonadas, donde las sociedades y pueblos autóctonos han tenido que abandonar sus actividades de subsistencia al ver que otros o se las contaminan o se las roban con artes de mayor envergadura y tecnológicamente más eficaces, como es el caso de los pescadores somalíes.

Lo mismo sucede en el África occidental donde aproximadamente unos 14 países de esa región africana (Mautitania, Camerún, Senegal, Gambia…..) consideran la pesca como un verdadero motor de su economía, además de dar de comer a miles de personas de sus litorales, sin embargo los bancos de pesca están despareciendo de sus costas.

La sobrepesca llevada a cabo por los arrastreros y buques factorías occidentales y asiáticos, entre ellos los españoles, es brutal, poniendo en peligro el equilibro de sus pueblos que viven de esa actividad de forma artesanal.

La mentalidad de las naciones con una gran industria pesquera, sea España, Japón, Corea o Noruega es que no se sienten responsables del destino de la pesca marítima. Consideran el mar como un ente sin dueño y por tanto se creen capaces de esquilmarlo sin rubor.

Ni la UE ni Japón, por poner dos ejemplos, hacen pública la información que existe en su poder sobre las infracciones por pesca ilegal, sin declarar y sin reglamentar que hacen sus flotas pesqueras.

Las sentencias son numerosas, pero no pasa nada, siguen cobrando subvenciones aunque estén completamente confirmadas las multas por parte de los tribunales.

De esta manera como se van a tomar en serio que quien infringe paga, al igual que quien contamina paga.

Luego cuando surgen nuevos focos de piratería, los medios de comunicación nos llevan a la deducción de que siempre los malos vienen del sur y son negros.

Para más información visitar el enlace del “Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación” (CIPI)

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