Navegar con un bebé

Conciliar vida familiar y laboral es difícil. Pero no nos engañemos. En algunas ocasiones también lo es conciliar la vida familiar con la ociosa. Los nuevos papás entran en una especie de túnel que limita algunas actividades, especialmente si no tienen una estructura familiar que les ayude en el cuidado del bebé. Así que por un tiempo se olvidan del cine, y lo cambian por una peli alquilada online (e incluso habrá que verla en dos sesiones). Ocurre más o menos lo mismo con el barco: habrá que adaptarse a la nueva realidad.

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Pero eso no quiere decir que tengamos que renunciar a nuestra afición favorita. Si nos gusta salir a navegar, podemos seguir haciéndolo. Evidentemente habrá que hacer algún cambio… por ejemplo, si nos gusta hacer regatas, entonces lo mejor sería turnarse para poder regatear, una vez papá sale a competir y la siguiente es mamá. El crucero, en cambio, se podrá seguir disfrutando en pareja o, mejor, en grupo de tres.

En primer lugar, habrá que mentalizarse de que los ritmos van a cambiar a la fuerza. Es mejor que las travesías sean cortas, al menos al principio, hasta que el nuevo miembro de la familia se adapte. Si salimos los tres solos, conviene que el barco esté adaptado para un solitario, porque durante gran parte del tiempo uno de los progenitores se va a encargar del hijo, mientras el otro se concentra en las tareas de navegación; eso obligará a tomárselo todo con más calma.

Hay varios trucos para que navegar con un bebé sea más llevadero. En primer lugar, es fundamental contar con una mochila portabebé, mejor si es ergonómica. Eso nos permitirá “llevarlo en brazos”, que es como el bebé se siente más seguro y cómodo, manteniendo las manos libres, que nos servirán no ya para ayudar en alguna tarea a bordo, sino para poder ir sujetándonos y así mantener el equilibro mientras nos movemos por el barco en navegación; no olvidemos que el hecho de portear al bebé va a cambiar nuestro centro de gravedad, y siempre estaremos moviéndonos sobre una superficie inestable.

Otra herramienta muy útil puede ser la maxi-cosi. No hace falta que sea la mejor sillita del mercado, con una maxi-cosi vieja, de esas heredadas, bastará para poder dejar al bebé de vez en cuando. Lo más seguro será dejar la maxi-cosi en el suelo, porque de allí no puede caerse. Si hace falta, se puede atar la silla a algún elemento estructural. Y no olvidemos ponerle al bebé el arnés de seguridad.

Para dormir, lo ideal es poner al niño en el camarote de popa, donde la cama suele ser casi totalmente cerrada. Podemos poner cojines en los mamparos de cada lado para evitar que el bebé se golpee en cada virada si navegamos de ceñida escorados. Si es de los que se mueven y ya gatean, lo ideal sería cerrar la parte frontal de la cama con una red o una lona, que puede comprarse hecha o bien hacerse a mano.

En verano, otra solución muy efectiva es una barquita hinchable de playa. Se coloca en el suelo de la bañera, con algo de agua, y el niño queda sentado dentro. Si se cae en principio no hay riesgo de que se haga daño porque las paredes son hinchables, y con el agua y unos cuantos juguetes se puede entretener un buen rato.

Por último, aunque parece evidente no viene mal recordarlo: acordaos de coger la sillita de paseo. Una de esas modelo paraguas, que plegada cabe en cualquier sitio, por ejemplo en el mismo cofre de popa. Así al llegar a puerto podremos ir a pasear. Nosotros estiraremos las piernas y nuestro hijo se despejará.

 

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