¿De quién es el galeón San José?

¿Es un “Buque Estado”? ¿Un bergantín comercial? ¿Corresponde su propiedad a su armador o a quien lo ha encontrado? ¿De quién es el San José y su tesoro?

La noticia saltó a los medios de comunicación hace unos días, cuando el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció el hallazgo “más importante de un pecio en la historia de la humanidad”. El buque San José, hundido tras un bélico encuentro con la armada inglesa, yace en aguas de Colombia con un enorme tesoro en sus bodegas. Pero, ni el hallazgo es tan novedoso, ni está claro a quién pertenece.

Galeon san jose

El mayor tesoro de la humanidad

Según el presidente colombiano, el tesoro que el buque San José llevaba en sus bodegas era una ingente cantidad de oro, plata, perlas, piedras preciosas, artículos de tecnología bélica, objetos de artesanía y 600 vidas a bordo.

Indagando en los documentos se pueden contar hasta 11 millones de monedas de oro acuñadas en Perú, varios centenares de lingotes de plata, decenas de cofres llenos de perlas y otros tantos objetos valiosos que eran la esperanza de las arcas españolas en un tiempo en que los impuestos no llegaban para pagar a la tropas que luchaban en la Guerra de Sucesión.

Hundido por un reina

La primera mujer que ostentó la corona británica fue Ana Estuardo. Por aquel entonces, siglo XVIII, varias países europeos se aliaron con Inglaterra para impedir que Felipe V se hiciera con la corono española, en oposición a Carlos de Habsburgo. En este marco histórico de la Guerra de sucesión española, la corona del reino necesitaba ingentes cantidades de dinero para pretender ganar el conflicto.

Los barcos españoles procedentes de América eran perseguidos y apresados, cuando no hundidos, como fue la suerte del San José. La corona británica, sabedora de que el reino español nutría sus arcas con el oro de Perú, procuraba romper la línea marítima entre España y el Mar Caribe, privando a la península de sus caudales.

España otorgó el rango de “Buque Estado” a las naves de que ostentaba su propiedad, con el fin de hacerlas inmunes jurídicamente al ataque de piratas y armadas enemigas. Sin embargo, para el San José esta distinción no fue suficiente.

El barco se dio por hundido en 1708 tras recibir varios cañonazos de la armada británica. Tan solo cinco años después se firmó el Tratado de Utrecht que puso fin a la guerra y confirió a Inglaterra los derechos colonos sobre Gibraltar.

Tesoro de Perú en un barco español hundido en Colombia

Determinar de quién es el San José no parece difícil, pues los documentos conservados en el Archivo de Indias (Sevilla) dan fe de que pertenece a España, si bien, son varios estados y alguna empresa quienes pretenden su propiedad.

En 1982 la empresa de “buscadores de tesoros” Sea Search Armada dijo (en lo secreto) haber localizado al San José, un barco que aparece en descrito en “El amor en los tiempos del cólera” de Gabriel García Márquez. Tras su descubrimiento en aguas de Colombia y constatar que se trataba de uno de los mayores tesoros submarinos encontrados, la empresa pretendió el 50% del tesoro en una disputa con el gobierno de Colombia.

En 2001 la UNESCO aunó esfuerzos para que los países ribereños firmaran el Convenio de protección del Patrimonio Subacuático, que entró en vigor en 2009. España fue uno de los países firmantes. Colombia no. En su lugar, en 2013, Colombia promulgó una ley por la que se “auto otorgaba” la propiedad de los pecios hundidos frente a sus costas. Dando lugar a que ahora sea la diplomacia y la justicia internacional las responsables de de resolver un conflicto que poco tiene que ver con la recuperación del buque Reina Mercedes, cuyo tesoro rescatado por la empresa Odissey está expuesto ahora en Cartagena bajo el amparo de España.

Cabe apelar a las buenas relaciones entre los gobiernos de España y Colombia para dar buen entendimiento a la cuestión y una solución que no enturbie los vínculos entre los dos países.

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One Response

  1. Juanito

    diciembre 26, 2015 10:02 am, Responder

    Este, como la mayoría de este tipo de asuntos donde hay intereses opuestos, debe resolverse en forma dialogada, contando con la buena fe de los afectados. Amén ¡¡

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